Mi primera comunión

     
              

                              Jesús, tu que eres Luz,
                              ilumina mis pasos;
                              tu que eres Amor,
                              guía mi corazón.



Tomad y comed: esto es mi cuerpo, tomad y bebed: ésta es mi sangre”. Recordad en vuestro corazón para siempre estas palabras.
                              

Carta a los niños de Primera Comunión

Carta a los niños de Primera Comunión
Carta a los niños de Primera Comunión
Queridos niños y niñas: 

Os saludo y abrazo a todos, y os felicito por vuestra primera Comunión. Dentro de pocos días, vais a recibir el regalo más valioso, el don de amor que vale mucho más que todo lo que habéis recibido hasta ahora en vuestra vida: JESÚS, EL HIJO DE DIOS, EL SEÑOR . ¡Qué bueno es Dios! El viene a vuestro encuentro y os visita como amigo para quedarse siempre con vosotros y enseñaros a ser felices, generosos, siempre con ganas de hacer el bien, como habéis aprendido con los sacerdotes y catequistas de la parroquia, pero sobre todo con vuestros padres que os han dado la vida por amor.

También por amor quiso Jesús entregarnos su vida. Antes de morir en la cruz y resucitar, dijo a sus discípulos:

“Tomad y comed: esto es mi cuerpo,
tomad y bebed: ésta es mi sangre”. 


Recordad en vuestro corazón para siempre estas palabras, y estad atentos, el día de vuestra primera Comunión, cuando el sacerdote las pronuncie en el nombre de Jesús, porque en ese momento es el mismo Señor quien os visita y viene a quedarse para siempre con vosotros.

A muchos, esto no les entra en la cabeza, por eso se preguntan cómo está Jesús en la Eucaristía: Yo no lo veo, dicen… Sí, no lo vemos, pero hay muchas cosas importantes que tampoco se ven, y son las que hacen buena la vida. Os cuento una anécdota que le sucedió al Papa en un encuentro con una multitud de niños que habían celebrado la primera Comunión.
Una niña le dijo al Papa que no había visto a Jesús en la Eucaristía, a lo que el Papa le contestó: “Hay muchas cosas que no vemos y que existen. Por ejemplo, no vemos nuestra inteligencia; y sin embargo, la tenemos. En una palabra, no vemos nuestra alma y, sin embargo, existe y vemos sus efectos, porque podemos hablar, pensar, decidir, etc. Del mismo modo, tampoco vemos al Señor resucitado, pero vemos que donde está Jesús los hombres cambian y se hacen mejores. Por eso, vayamos al encuentro de este Señor invisible, pero fuerte, que nos ayuda a vivir bien”.

Y esto es lo más importante, amigos, que donde está el Señor todo cambia, porque se da como alimento para que seamos diferentes, más pacientes, con ganas de tratar a todos con cariño, rechazando el mal que nos hace daño, y aprovechando siempre el tiempo para crecer como cristianos. Por eso, no dejéis de encontraros con Jesús donde siempre os espera, en la Misa del Domingo que es el Día del Señor, donde nos reunimos todos los cristianos mayores y también vosotros, los pequeños de la familia. Y muy importante: Seguid conociendo y escuchando a Jesús en la catequesis, que continúa ahora en los grupos cristianos de chicos y chicas, hasta el día de la Confirmación que yo personalmente celebraré con vosotros.

Bien sabéis que el Señor Jesús siente un especial cariño por los niños, está deseando hablar con cada uno de vosotros. Por eso, os voy a dar una idea, para que todos los días podáis hablar con Él de las cosas importantes de vuestra vida. Seguro que todos tenéis una imagen de Jesús (si no, los catequistas os la podrán conseguir), ponedla en un sitio visible de vuestra habitación, al que llamaremos el “rincón de la oración”. Todas las noches, antes de dormir, poneos de rodillas delante de Jesús, haced la señal de la cruz y decidle: Gracias por mi familia, mis amigos y por las cosas buenas que haces por mí, perdona mis pecados, y dime qué puedo hacer por ti y por todos los que viven cerca de mí. Rezad la oración del Padrenuestro y después, a nuestra Madre, el avemaría, y acabad diciéndoles lo mucho que les queremos. Día a día, veréis cómo esta oración os ayudará de verdad a vivir felices, y os mostrará lo grande y bueno que es Dios…

Qué suerte tenéis de vivir siendo tan amados y protegidos, sin que nada os falte de parte de Dios, como también de vuestros padres, sacerdotes y catequistas, profesores y compañeros del colegio. No todos los niños tienen tanto, a veces les falta lo necesario para estar vivos. También de ellos nos preocupamos los que somos hijos de Dios, ¡son de nuestra familia!, y aunque no podamos verlos ni saber cómo se llaman, sí que les podemos decir con Jesús: “Tomad y comed”.
Por eso, entre todos los niños de la Diócesis, vamos a realizar el “milagro de la Comunión”, pagando a más de cien niños pobres de Kinshasa (El Congo) todos los gastos escolares de los cursos de primaria. Pensad que uno de estos niños africanos es un invitado más del banquete que vais a celebrar, y, con lo que cuesta un cubierto de la comida de vuestra fiesta, le ayudaréis para que pueda ir al colegio durante todo un año.


Y me gustaría que el día del “Corpus Christi” (domingo 14 de junio) participaseis, si es posible, en la celebración de la Santa Misa y en la Procesión. ¡Cuánto me gustaría que acompañaseis a Jesús, nuestro gran amigo, junto con vuestros amigos que han hecho este año la Primera Comunión, y con vuestros padres, abuelos y hermanos! Es una fiesta muy hermosa, en la que veneramos a Jesús, presente en el pan de la Eucaristía, y en la que le mostramos nuestro amor poniendo flores en el camino y colaborando en la colecta con Cáritas, para ayudar a los más pobres, pues los pobres y cuantos sufren son también presencia de Jesús en medio de nuestra sociedad: lo que hagáis a uno de mis hermanos más pequeños a mi me lo hacéis, dice Jesús en el Evangelio

En el Colegio, sed amigos de todos y aprovechad el tiempo, porque estáis en una etapa muy bonita de vuestra vida para aprender. Supongo que estáis apuntados en la clase de religión católica, que os ayudará a conocer mejor le fe cristiana y el mensaje de Jesús. Quered mucho a vuestros padres, hermanos y abuelos. Sed obedientes y colaborad en todo. Y pedidle a Jesús que seáis una familia unida y feliz.

Si queréis contarme o preguntarme algo sobre Jesús, o sobre vuestra amistad con Él, no lo dudéis y hacedlo. El obispo sacará tiempo para responder a vuestra carta.

Os quiere y os bendice.

+ Juan José Omella Omella 
- Obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño

  
Recordemos los Sacramentos.

Sacramento es un signo sensible, instituido por Jesucristo, para darnos la gracia. La gracia es un don sobrenatural que Dios nos concede para alcanzar la vida eterna.

El primero, Bautismo.
El segundo, Confirmación.
El tercero, Penitencia.
El cuarto, Eucaristía.
El quinto, la unción de los enfermos.
El sexto, Orden sacerdotal.
El séptimo, Matrimonio.
El Bautismo nos hace cristianos, hijos de Dios y miembros de la Iglesia.
La Confirmación nos llena del Espíritu Santo con sus dones, y nos hace perfectos cristianos y apóstoles de Cristo.
La Penitencia o Confesión nos perdona los pecados cometidos después del Bautismo.
La Eucaristía o Comunión es el sacramento del cuerpo y sangre de Jesucristo bajo las especies de pan y vino.
La unción de los enfermos alivia el alma y el cuerpo del cristiano gravemente enfermo.
El orden Sacerdotal es el sacramento por el cual algunos cristianos son elevados a la dignidad de ministros de Dios (sacerdotes).
El Matrimonio cristiano santifica la unión de un solo hombre con una sola mujer para siempre y les da gracia para cumplir fielmente los deberes de esposos y padres.